jueves, 29 de octubre de 2015

MACHU PICCHU. Por el camino Inca (II)


La primera noche en pleno camino Inca, no dormimos tan mal como pensábamos. Estábamos tan cansados que caímos rendidos y pudimos descansar por lo menos lo suficiente como para emprender una nueva etapa.
Lo que sí acusamos fue la espalda y los hombros por el peso de la mochila o la incomodidad de llevar el saco en bandolera. (No nos lo montamos nada bien en este sentido). Por lo que tras pensarlo detenidamente, decidimos hablar con el guía para que uno de los porteadores "cargara con el muerto".
Acordamos un precio que finalmente fue de 100$, para de esa manera poder hacer mucho mejor, no sólo el resto del camino sino... el resto del viaje (que aun nos quedaban 3 meses más y a veces es mejor no tentar a la suerte y ser precavido en ciertas ocasiones).

En torno a las 6 AM estaríamos desayunando. Tiempo que aprovechan los porteadores en desmontar todo el campamento; Por lo que lo teníamos que tener todo recogido y preparado para entonces.

Un buen desayuno compuesto de pan, huevos, miel, mermelada, plátanos y demás piezas de fruta en el cuerpo y ya estábamos listos para empezar la caminata.

Poco después de empezar hicimos la primera parada delante de un cartel con el mapa o mejor dicho, el perfil del recorrido que haríamos en esta dura jornada. Situándonos en el mapa y comentando hasta dónde iríamos en este segundo día. Como digo, el más duro del Camino llegando a sobrepasar los 4.000 metros de altura con la dificultad que conlleva la elevada altitud en la respiración.


Nuestro guía a la derecha en medio de la explicación.

Ya nos lo avisaron y debíamos tenerlo presente para ir mentalizados. Aun así, se empezadaba hacer duro...
Empezábamos a notar el gran desnivel que había en ciertos momentos durante esta segunda etapa. Aunque como siempre, el esfuerzo tenía su recompensa.


Comenzaban las subidas con gran desnivel.

Todo esfuerzo tiene su recompensa.

Compartiendo camino.


Compartiríamos el estrecho camino, no sólo con nuestro grupo de compañeros y porteadores, sino con el resto de grupos y sus respectivos porteadores; E incluso con llamas, mulas y demás animales que pueden aguantar cargados estos desniveles.
(En total son unas 500, entre unos y otros las personas que suben diariamente por esta senda... que no es poco).


La subida se hacía cada vez más dura.

Pero volviamos a tener recompensas aun mejores.

Descansos en los más bellos paisajes.

Recien bautizado como "Moises" por la barba
y mi inseparable baston.

Pero había que seguir... y seguir y seguir subiendo. Daba la sensación que no terminaba nunca.
Lo único que veíamos eran a los porteadores adelantándonos, acarreando a sus espaldas casi el peso de una persona.



Hilera de gente subiendo la exuberante montaña.


Heroes anónimos estos porteadores.

Y por fin llego el momento.
Sabri y yo llegando practicamente solos; Agarrados de la mano y mirando, de frente al grupito que nos aplaudía, y hacia atrás para ver el espectáculo que teníamos ante nuestros ojos y ver lo que acabábamos de conseguir. Tan solo queríamos cubrirnos el cuerpo por el viento a esa altura y unirnos al grupo para seguir aplaudiendo a los que iban llegando en cuenta gotas. Algunos de ellos sufriendo realmente. Una sensación emocionante y emotiva.
Así alcanzamos la cima de la majestuosa montaña...
Un merecido descanso. Unas buenas fotos en grupo para inmortalizar tan emocionante momento y.... a seguir!


Esperando al resto de compañeros.


 



Pero ahí no acababa la jornada, porque desde ahí empezaba para mí, algo aun peor.. la bajada.
Y digo lo peor porque tras enorme esfuerzo uno acaba agotado, pero el hecho de bajar miles de escalones irregulares hace que las piernas no paren de temblar quedando para mí, la peor parte.






Y seguíamos bajando... y bajando y bajando. Y las piernas cada vez más inestables y temblorosas.
rectas, curvas, rizos... eso sí, con paisajes como salidos de una película de Peter Jackson, con cascadas, valles, montañas... Bueno, creo que las imágenes hablan por sí mismas.







Tras unas 7 horas de caminata (con paradas incluidas), no nos creíamos haber llegado a nuestro nuevo campamento. Cómo no, con todo listo y preparado para llegar y tirarnos dentro de nuestras respectivas tiendas. (Benditos porteadores el trabajo que realizan).







Tan sólo tendríamos que dejar por un momento nuestra tienda para acicalarnos y cenar en nuestra tienda-comedor. (Por segundo día consecutivo decidimos no ducharnos por el estado tan precario en el que se encuentran los servicios).

Creo que puedo decir, que fue uno de los días con mas apetito de entre los 4 de todo el recorrido.
Afortunadamente los cocineros hicieron un buen trabajo como se puede apreciar. Sin olvidarnos de las ricas y reconstituyentes sopas que siempre teníamos de primero.





Al día siguiente nos esperaría otra día de aventura dentro de este magnífico Camino Inca.

Fotos: Julen Esnal

MACHU PICCHU. Por el camino Inca (I)

domingo, 25 de octubre de 2015

MACHU PICCHU. Por el camino Inca (I)


Muy contentos y excitados. Así era como nos encontrábamos el mismo día que empezábamos el esperadisimo "Camino Inca" hacia Machu Picchu.
Uno de los lugares mas esperados dentro de nuestro viaje. Quizá porque es algo que se debe reservar con meses de antelación, ya que son sólo unos 250 turistas quienes pueden hacerlo diariamente.

Cuatro días y tres noches por el mismo camino empedrado que hicieron los incas (e incluso Pre-incas) hacia una de las ruinas arqueológicas mas conocidas mundialmente.

Escogimos la empresa Incapoint por recomendación de un buen amigo que acababa de hacerlo hacía poco tiempo. (Gracias por el dato David Luengo!).
Y no nos equivocamos.

Llegamos a la ciudad de Cuzco o Cusco como lo llaman allá, dos días antes de empezar la caminata, para poder aclimatarnos bien a la altura (aunque ya estábamos bastante aclimatados viniendo de Bolivia) y descansar bien antes de este largo trekking.
Un día antes, quedamos con el que sería uno de nuestros guías, Willian, para darnos unos cuantos consejos y terminar de hacer el pago.

Deberíamos llevar una mochila con: 3 mudas, 3 pares de calcetines, 3 camisetas, un par de pantalones, gorra, gorro, algún que otro medicamento, linternas y algo más que quisiéramos, pero sin pasarnos.
Aparte de la cámara y alguna que otra cosa más.
En principio no parecía mucho y decidimos meterlo todo en una misma mochila;

El mismo día 27 de Noviembre, a las 7,30 am, nos vinieron a recoger en un micro bus para ya, con el resto de lo que seria nuestro grupo y algunos de los que serían nuestros porteadores, dirigirnos hasta el km 82 de la vía férrea Cuzco-Aguas Calientes, desde donde comienza tan famoso camino. (Cerca de 2 horas desde la ciudad de Cuzco).


Porteadores cargando el material preparados para despedirse de sus mujeres.


Nada mas llegar, nos empezamos a preparar y acoplar todo nuestro equipaje en la espalda. Lo malo fue en nuestro caso, que no contábamos con los sacos y esterillas que nos proporcionaría la empresa y que alquilamos previamente con ellos. Por lo que se nos acabo quedando una mochila de lo más pesada; Cerca de los 13 kg. que deberíamos ir acarreando durante 4 días nada más y nada menos, mas un saco impermeable con las pertenencias mas importantes, (como la documentación, cámara, etc.) pero que no era muy cómoda de llevar, que se diga...
Para así ahorrarnos los 120 dolares que costaba un porteador particular para llevarnos la mochila durante esos 4 días.

Y tras una breve presentación como grupo, allí nos encontrábamos un conjunto de lo más internacional. Tres españoles, un alemana, una brasileña, una argentina, un inglés, una australiana, y nosotros dos, junto con dos guías peruanos y unos cuantos porteadores que por cierto, no nos presentaron y que hubiera sido un detalle por parte de nuestro guía.


Magnífico grupo con el que compartimos la aventura.


Y así empezamos a caminar hasta que llegamos a un puente colgante y un puesto de control donde, tras presentar tu documentación, te sellan el pasaporte y te dan permiso para empezar esta aventura.




Porteadores cargados hasta arriba.

Los paisajes comenzaban a sorprendernos.



Y fue así andando como empezamos a encontrarnos con las primeras ruinas. Pequeñas paradas que íbamamos haciendo, no sólo para poder observarlas y que los guías nos contaran qué historias había tras ellas, sino que además nos daban un respiro para poder descansar y poder seguir camino.


Ruinas con la típica construcción escalonada Inca.

Guía explicandonos las edificaciones.


Y no sólo de lejos las disfrutábamos, sino que en algunos casos podíamos sentirlas, caminando por lo que queda de los restos de las diferentes estancias. Y encima con insuperables vistas.




Poco a poco ibamos avanzando a un ritmo constante, hasta que llegamos por fin a lo que sería nuestro primer campamento de la jornada.
Llegamos cansados sin duda, pero poco tiempo tuvimos que esperar para poder entrar y descansar en las tiendas de campaña que los porteadores ya nos tenían listas y medio hechas. (Ni nos dimos cuenta en qué punto del recorrido nos habían adelantado y cómo les había dado tiempo a preparar todo en tan poco tiempo).

Primer campamento de la jornada.


A esas alturas del día ya iba quedando menos luz natural asi que debíamos prepararnos para organizar nuestras pertenencias dentro de la tienda e ir de seguido a la tienda-comedor donde nos encontraríamos con el resto del grupo para disfrutar de la primera cena en "familia".
A base de legumbres y demás productos endémicos, hecha por el cocinero del grupo de porteadores.

Esa primera jornada fue sin duda un preparatorio para el día siguiente; Una segunda jornada que nos avisaban, sería la más dura de los 4 días de caminata, con el desnivel más acusado de todo el recorrido subiendo desde los 3.000 hasta incluso a más de 4.000 msnm.

Asi que a descansar para estar frescos para el día siguiente.


Más fotos de la primera jornada:






Fotos: Julen Esnal


lunes, 12 de octubre de 2015

De la Isla del Sol (Bolivia) a Cuzco (Peru).


Tras despedirnos de Bolivia (con muchisima pena), continuamos por los alrededores del lago Titicaca para poder adentrarnos en el país vecino, Peru.
En realidad lo que hicimos tras salir de la Isla del Sol (Bolivia) y llegar en barco hasta Copacabana para recoger el resto de equipaje que dejamos para no cargar tanto en la Isla, fue coger un bus que nos llevara directos hasta Puno, (Perú).

Para ello nos asegurarnos de comprar el billete desde Copacabana a Puno, antes de partir hacia la Isla del Sol para cuando volviéramos, tener la plaza asegurada y no tener que quedarnos un día o dos de espera en la pequeña ciudad de Copacabana.
Y así fue; Un par de horas para ver el centro de dicha localidad, y ya estabamos subidos en el bus camino a nuestro siguiente país. (No sin una cierta desconfianza hasta que vimos aparecer el bus, ya que es un poco "caótico" todo el tema transportes por aquí).

Unos 30/40 min de viaje y ya nos estaban mandando bajar del bus para cruzar la frontera a pie.
En una pequeña caseta, fuimos pasando uno por uno, mostrando y sellandonos nuestros pasaportes, un tanto "coloreados" ya a esas alturas.


Frontera entre Bolivia y Perú.

Recién llegados al lado peruano.


Vuelta en el bus, no fueron más de hora y media / dos horas, bordeando el Lago Titicaca hasta llegar al pequeño pueblo de Puno donde se encuentra una pequeñísima comunidad viviendo en las Islas Uros, unas islas flotantes fabricadas por ellos mismos, a pocas millas en barco desde el mismo puerto de Puno. (Era algo que no queríamos perdernos... Ni nosotros, ni practicamente la totalidad de viajeros que venían en el bus).




Pero nuestro destino final en este viaje no sería Puno, ni las famosas islas flotantes sino Cusco, donde debíamos llegar con un par de días de antelación a que empezara nuestra peregrinación a Machu Pichu nada más y nada menos que por el famoso camino Inca.
Así que en la misma estación de buses de Puno, decidimos reservar ya el billete de bus que nos dejaría a primera hora de la mañana en nuestro destino y de esta forma, poder dormir toda la noche en el bus y poder ahorrarnos una noche de estancia.

Serían las 12 del medio día y el bus no salía hasta las 10/11 de la noche, por lo que teníamos tiempo suficiente para conocer las islas flotantes y volver para poder cenar en algun restaurante de Puno y empezar a degustar la gastronomía peruana.

También en la misma central compramos el billete para el barco que nos llevaría hasta las Islas Uros. Tras reservar nuestros siguientes movimientos, ya podíamos irnos tranquilos a conocer las islas.
Para ello cogimos un taxi en la misma central de autobuses para poder llegar hasta el puerto de Puno, y de allí coger el barco que nos llevara hasta una de las islas.


Esperando a zarpar.

De camino a las islas.

Paisaje camino a las islas.

Paso "fronterizo" antes de llegar a las islas.


Nada más llegar, nos esperaban unas 5 mujeres vestidas con trajes tradicionales con los más vistos colores, cantandonos canciones de bienvenida.
Nos reunieron en una especie de media luna, para contarnos quiénes eran los Uros, y cómo vivian en este lugar.
La subsistencia en las islas flotantes se basa en una cultura ligada al lago y a la totora que brota del fondo del lago.
La construcción de estas islas se hace tejiendo las totoras en las zonas en donde crece más tupidamente, formando una capa natural a la que los uros denominan khili; sobre esta capa construyen sus viviendas, también de una malla tejida de totora a la que denominan estera.
Cada vivienda es de una sola habitación y cocinan al aire libre para evitar incendios. Cada isla puede estar habitada por entre 3 y 10 habitantes, por lo que son más bien pequeñas.

Tras las explicaciones, nos fueron enseñando las diferentes casitas o estancias en donde dormían o comían. Ofreciendonos pasar la noche con ellos por una cantidad que no recuerdo bien, en una cabaña acondicionada más bien para turistas.
(Una sensación extraña la de estar andando por una de estas islas hechas por ellos mismos. Caminando como si fuera una enorme cama elastica pero sin poder saltar).




A continuación nos metieron en una de sus vistosas embarcaciones donde nos acercaron remando hasta otra de las islas donde se hallaba un bar y unos puestos de venta de ropa y complementos hechos por ellos.
Así es como se organiza la comunidad. Cada isla, tiene una función. En una hay un bar, en otra el colegio, en la otra....


Embarcaciones locales... a veces ayudadas por motoras.

De visita a otra de las islas.

Embarcacion a remos en la que nos llevaron.

Isla donde se encontraba el bar.


Por un lado nos hubiera gustado quedarnos una noche con ellos y sentir lo que es "vivir" en una de estas islas, viendo su quehacer diario.... Pero por otro lado veíamos que todo parecía algo "sobre-actuado" y no tan auténtico como nos lo imaginábamos. Incluso nos llegamos a sentir un poquito acosados para comprar ciertas cosas o para que nos quedaramos a dormir, algo que hizo que definitivamente decidiéramos volver con el resto del grupo en barco hasta Puno.

Nos daba pena porque no tienen muchas maneras de seguir subsistiendo más que con el turismo, ya que cada vez más jóvenes de las islas acaban dejandolas para buscarse un futuro "mejor" o por lo menos distinto en la capital o cualquier otra parte del país, por lo que cada vez hay menos habitantes y el turismo hoy por hoy es la mejor e incluso única via para su subsistencia.

Finalmente llegamos a Puno, donde quisimos empezar a degustar la gastronomía peruana, pero con el bajo presupuesto que teniamos no debimos elegir un buen restaurante en una ciudad claramente enfocada al turismo de paso.

De vuelta a la estación de autobuses, recogimos el equipaje que nos tenían guardado para ir al bus que nos llevaría directos a la famosa ciudad de Cusco.


Recorrido que hicimos hasta llegar a Cuzco.


Fotos: Julen Esnal