lunes, 16 de junio de 2014

Wanaka y Franz Josef.


Tras nuestro paso por el bonito pueblo de Queenstown, tocaba ya coger bus y tirar hacia el norte.
Próxima parada, Wanaka. Otro bonito pueblo parecido a Queenstown en cuanto a localización, con enorme lago y montañas nevadas a su alrededor, aunque mas pequeño y bastante mas tranquilo que su antecesor.


La ciudad de Wanaka al borde del lago del mismo nombre, desde uno de sus miradores.


Esta vez no tuvimos la suerte de dar con un buen hostel.
Al no haber mucha gente en el hostel, no tuvimos que compartir la habitación con nadie, pero no estaba muy limpio que digamos y ni si quiera se respiraba buen ambiente. Todo el mundo muy a su bola y ninguna conversación que compartir...
No es que seamos muy de hablar con el primero que llega pero... hay sitios... y ambientes en los que se disfruta.

Hacía mucho frío y llovía pero después de esperar un rato a que mejorara nos dispusimos hacer uno de los bonitos trekkings que se pueden hacer por la zona.
Unas 3 horas de caminata para subir al Monte Iron, desde donde se tenía unas vistas espectaculares de los alrededores de Wanaka.




Tras un buen día caminando me di cuenta del cansancio que tenia. Pero esta vez no era sólo cansancio físico; Era algo más que no sabia muy bien cómo definir. Un bajón de cansancio, tanto físico como mental.
Muchos viajeros que llevaban tiempo viajando nos comentaron sobre esto durante nuestros ya 3 meses de viaje, pero yo siempre decía que a mí no me había dado aun... hasta ahora... 
Sabri sí que había notado ese estado antes entre Asia y Australia, aunque creo que no tan acentuado como lo que yo estaba sintiendo... No podía mas... No quería mas!.
Hasta el punto incluso que se estaba convirtiendo sin quererlo, en un pequeño obstáculo entre nosotros.

Necesitábamos descansar... y mucho!... especialmente yo.
Demasiada información, muchísimas fotografías y demasiados cambios en tres meses...
Por lo que decidimos, lo primero, salir de ese "negativo" hostel. Y segundo seguir camino hasta nuestro siguiente destino y no movernos de allí en 4 días. Objetivo: Franz Josef.
Allí afortunadamente encontramos otro hostel YHA, donde estuvimos 4 días...literalmente como en casa.
Además encontramos una habitación sólo para nosotros, doble y barata, (dentro de lo que es Nueva Zelanda claro). Y como encima era temporada baja, estaba medio vacío, por lo que teníamos todas las comodidades para nosotros.


Una de las rutas que hicimos para ver el glaciar desde lejos.


Apenas nos movimos del hostel en todo ese tiempo. Tan sólo alguna ruta de trekking (dentro de las múltiples que se podían hacer por la zona) y vuelta al albergue. 
El mini pueblo tampoco es que tuviera mucho más, y el cielo cada día se tornaba más y más cerrado, por lo que realmente fue el mejor sitio en el que pudimos hacer nuestro descanso físico y sobretodo mental.

Pero sin duda, entre todas las rutas que hicimos obviamente, la del glaciar se lleva la palma. El resto de rutas, transcurrían entre bosques tropicales y algunas colinas, pero la del glaciar combinaba esto y mucho mas.
Desde el hostel hasta el inicio de ruta eran casi 5 km, que por ahorrarnos el carisimo bus, lo hicimos también a pie.
Una vez allí, vas bordeando un enorme delta, prácticamente seco, pero que aun sigue dirigiendo el flujo de los múltiples ríos y cascadas derivados del deshielo glaciar y la nieve de las montañas colindantes.
Agua por cierto, de un azul casi blanco que no había visto jamas.


Enorme antiguo caudal de agua por donde pasaba el agua del deshielo


De un momento a otro, el camino te lleva entre medio de un bosque tropical, donde la inmensa humedad, hace que haya vida hasta debajo de las piedras; Y por lo tanto, fauna; Especialmente aves, de diversos tipos y colores, y con cánticos preciosos.
Lo mejor es hacer este tipo de caminatas en silencio, para apreciarlo en su totalidad. Y con la practica ausencia de turistas que hay por estos lares, es bien fácil poder apreciar esos detalles que la naturaleza nos ofrece.

Tras una buena caminata entre tan apabullante vegetación, el camino acaba desembocando a un enorme terreno, aparentemente desértico. Se trata del mismo cauce del río que antes veíamos, pero en su parte mas ancha y prácticamente seco. Tan ancho, que apenas se apreciaba la poquísima gente que iba andando sobre el mismo. Es en realidad, leemos, un antiguo lago, el cual se formo en los años 20,  por el caudal de agua del deshielo, pero que hoy en día solo lo atraviesa un caudaloso río que, comparado con el tamaño del lago, apenas se ve, pero que al acercarnos observamos un gran flujo y desnivel a sus costados.


A punto de atravesar el inmenso lago seco.


Los dos puntos negros son personas en la inmensidad de terreno.



Es como un paisaje fuera de este planeta.
Y por encima especial y muy "sensible", por tener justo bajo nosotros, dos de las placas tectónicas más activas, la Australiana y la del Pacifico.

Sentía algo especial, caminando en silencio por ese lugar.
Dejando atrás el antiguo lago, empezamos a subir un terreno donde vemos 2 señales, las cuales nos indican no pararnos en los próximos 40 metros, por los desprendimientos. El silencio que nos acompañaba, hacía mas intenso y emocionante el sonido de estos pequeños desprendimientos.


Ladera por donde subiamos. Al fondo el glaciar.

Señales de advertencia de desprendimientos.


Unos metros más, y llegamos al final del camino; Desde donde se podía ver esa enorme masa de hielo entre dos montañas. Mas lejos de lo que yo pensaba, pero que por cuestiones de seguridad, no se podía acercar uno más.
Igualmente el espectáculo en aquel lugar era impresionante.
Con el glaciar frente a nosotros y prácticamente sin turistas alrededor. Así es como lo vivimos.


La pena es que no se aprecia la espectacularidad del lugar. Foto: Sabri.


El retorno fue igual de bonito, viendo ese espectáculo natural pero desde otro lado.

A medio camino de nuestra ruta, empezaba otra hacia una colina. Tan solo 30 min. era lo que nos demoraría de nuestra ruta, por lo que decidimos subir la colina y ver el glaciar desde otro punto. Desde lo alto. Allí encontramos señalitica dónde nos informaba el desarrollo del glaciar y su desgaste a lo largo de los años.


Subiendo la colina para ver el glaciar desde otro punto.

Información en lo alto de la colina.


En total, unas 4 horas caminando. Y por encima, cuando nos quedaban los últimos 4 km andando por la carretera, dos simpáticas chicas nos ofrecen llevarnos en coche hasta el pueblo... (algo nada inusual por estos lares...), Pues claro!, les dijimos.

Fueron 4 días de relax, en los que necesitábamos cargar pilas, y lo hicimos.
Ya sólo nos quedaba Nelson, antes de cruzar a la isla norte.

Más fotos de la jornada:


Rio que atraviesa el enorme lago seco.

En medio de la inmensidad del antiguo lago.

Mas rutas que fuimos descubriendo durante los dias.

Preciosas sorpresas que te deparan los caminos.

Puente a ningún lugar. Cerrado en el extremo por derrumbamientos.


Fotos: Julen Esnal
Foto de portada: Lago Wanaka a los pies de la ciudad del mismo nombre.


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