jueves, 20 de febrero de 2014

Gastronomia en Laos.


Se podría decir que la gastronómica de Laos es bastante parecida al resto de la cocina del sudeste asiático donde se engloba este país.

El plato nacional por excelencia es el llamado Laap, una ensalada con carne de diferentes animales, troceada, y cocinada con salsa de pescado (muy utilizado para todo tipo de platos en este país).
El plato suele venir acompañado con pimientos, verduras y arroz "pegajoso" (como seria la traducción del ingles, y elemento indispensable en cualquier plato nacional).
En nuestra granja había una variante vegetariana de este plato hecho con tofu.

Ensalada laap de tofu. Foto: Organic farm.

Como curiosidad, decir que entre otras delicatessen que se suelen vender y servir por aquí, nos encontramos con productos tan suculentos como patas de gallinas y gusanos como los que vemos en la foto de abajo.
Y para los mas atrevidos se puede optar por probar los murciélagos o la rata a la parrilla. Solo con ver la cara del tipo de la foto de portada se me caía la baba por probarlo.... ejem...


Gusanos en porciones.. riquisimos!... mentira, no los probre.


Patas de gallina. mmmm buenisimas!. (No, tampoco las probé...)

Nosotros estando en la granja, tuvimos la oportunidad de probar muchos de estos platos, pero con una calidad inigualables en compararcion con otros lugares, especialmente por la calidad de los productos que allí tenían.
Ademas, si tenias ganas de algo diferente, también tenían algún que otro plato mas occidental como el Pancake de Mulberry, perfecto para los mas golosos...(que se lo digan a Sabri...).


Mulberry pancake con miel, mantequilla y limon. Foto; Organic Farm

Y como no, también es muy común la comida callejera, encontrándonos un montón de puestos con los típicos pinchos de todo tipo. Una opción de lo mas barata y muy habitual en los night markets como en Luang Prabang, donde comimos todo lo que quisimos por 1 euro!.

Sabri en el night market de Luang Prabang.

Mercado a medio camino entre Vang Vieng y Luang Prabang.


Fotos: Julen Esnal
Foto de portada, turista probando rata en las proximidades de la cascada de Vang Vieng.



sábado, 15 de febrero de 2014

Voluntariado en Vang Vieng (III). Ultima parte.


Después de pasar un buen, aunque corto fin de semana en Luang Prabang, volvimos a Vang Vieng el lunes para finalizar nuestras tres semanas de voluntariado.
La pena fue, que con el percance de la tarjeta en dicha ciudad, nos perdimos el primer día de la semana para dar clase, quedando tan solo 3 días mas para finalizar nuestro voluntariado como profesores.

Empezamos pues el Martes nuestra semana en la granja de la mejor manera, ya que vimos a los nuevos integrantes de la familia de animales. Nueve lindos cerditos que acababan de nacer hacia tan solo una hora. La madre todavía tenia la placenta colgando.
Me pude quedar horas mirando a los pequeños... entre otras cosas, porque hasta en tres ocasiones tuve que coger a alguno de ellos porque se caían de entre los pequeños agujeros del establo y llegaban hasta el desagüe.
No faltamos ninguno de los días que nos quedaban en la granja para ver como progresaban los cerditos.


Cuantas fotos como esta pude hacer... 


En cuanto al resto, seguíamos ayudando y aprendiendo. También en tareas mas monótonas como quitar las malas hiervas de las plantas de Mulberry, con las que se hace su famoso té. (Aquí afortunadamente no saben o no quieren oír hablar de Monsanto y sus productos).
Incluso pudimos visitar un "Youth Center" muy cerquita de nuestra granja, donde se desarrolla un proyecto con los niños de las aldeas próximas, donde tienen la posibilidad de aprender diferentes tareas, como coser (para luego vender los productos y sacar un dinero), a leer, informática, etc, todo perfectamente coordinado por nuestra  amiga coreana Min Tsun. (Perdona si no estoy poniendo bien tu nombre :(


Min Tsun y su compañero.

Por el resto como siempre, tranquilos y conociendo a mas gente que llegaba a la granja y quería colaborar como voluntarios el resto de su estancia.
Nunca había viajado antes de esta manera, colaborando en proyectos, aunque no fuera por mucho tiempo, y os digo, lo volveré a hacer, ya que es una forma buenisima de estar con gente local y aprender del país o su entorno e implicarte en la evolución de algo.
Simplemente genial.

Nuestro compi de granja, Shai, haciendo un descansito.

Entre los recién llegados, hubo una pareja de uruguayos con los que hicimos muy buenas migas, y con quienes compartimos grandes charlas hablando de nuestras experiencias anteriores. Y nos demostraron lo importante que es salir de la "comodidad" de tu patria, para currar duramente, viajar, aprender y experimentar. Con los veintipocos recién cumplidos, su vida ha dado un giro de 180 grados, sabiendo muy bien lo que quieren y lo que no para su futuro. 

Ellos venían para colaborar en la granja, (cuanto aprendimos con ellos por cierto), pero después de todo lo que les contamos sobre la escuela decidieron echarnos una mano y colaborar como profesores en la clase de los pequeños, tras la marcha de Will.

Yendo a la escuela en bici con el resto de voluntarios.

A pesar de la falta de voluntarios para la escuela, desde que llegamos, siempre pudimos tener todos los niveles cubiertos con algún voluntario. Aunque me gustaría aprovechar desde aquí para animar a todos los que quieran ayudar en este precioso proyecto, y poder seguir ayudando en su educación y por otra parte tener una de las experiencias mas enriquecedoras de vuestras vidas.
(Al final de esta Post, encontrareis los respectivos enlaces por si os pica el gusanillo).

En cuanto a las clases cada vez estaba mas contento, ya que noté una gran mejoría, (especialmente en determinados niños), después del "método examen". Y no solo en algunos de ellos, sino también en mi mismo, que me notaba mas profesional y confiado. 

Competición entre grupos.

Tras una primera parte de la clase haciendo o corrigiendo el "examen", dedicaba una segunda parte a ingeniarme algunos juegos en los que se involucrara toda la clase, y de igual manera, siguieran aprendiendo.
Aquí hice mi segundo descubrimiento como profesor: Enfrentar a niños y niñas como equipos. Esto me demostró que cada vez que competían entre ellos, se involucraran mucho mas y se lo tomaran mas en serio. (Y me refiero curiosamente a la clase de los de menor nivel, ya que no era igual con los alumnos del siguiente nivel, con quienes tenia que hacerlo de otras formas para que se decidieran a participar en las clases). 

Una de las alumnas viendo la clase desde fuera.

Por otra parte era gracioso (y raro a la vez) estar dando clase y ver pasar cualquier tipo de animal por delante del aula, emitiendo por encima algún tipo de sonido.
O que se aprendieran de carrerilla "Can I go to the toilet, please?" si querían salir de clase; Porque hasta que no lo dijeran bien, sabían que no saldrían.
La verdad que a veces era duro, estar dando clase de ingles básico a unos niños, cuando ni yo se lao (su idioma), ni obviamente, ellos tampoco español.
Pero vuelvo a decir, cuando uno quiere expresarse, (mal o bien), pero se hace entender.

Pero todo tiene su final, y ese Jueves era nuestra ultima clase como voluntarios.
Y os puedo asegurar que nos daba muchisima pena dejar tal emocionante experiencia.
Aunque por otro lado nos quedaba mucho viaje y mas experiencias por delante.
Eso si, no nos podíamos ir de allí, sin hacer una foto final de grupo con ambas clases como recuerdo.
Como la que nos hicieron en nuestra cena de despedida en la granja, junto con el dueño de la organic farm, (Mr. T), entregándonos un diploma acreditativo por nuestra participación en el proyecto de la escuela.

Creo que vamos a estar recordando esta experiencia durante mucho tiempo, y no lo digo solo por este blog o las fotos que tome...

Sabri con sus alumnos en la foto de despedida.


Sabri, Mr. T y yo tras la cena de despedida entregándonos el diploma. Foto: Sofia

Aqui os dejo los enlaces tanto de la granja, como de la organizacion EEFA.

Fotos: Julen Esnal
Foto de portada: Matias, Sabri, Mr. T, yo, Sofia y un voluntario americano. (ups, me temo que se me olvido el nombre).




domingo, 9 de febrero de 2014

Fin de semana en Luang Prabang, (Laos).


Tan solo nos quedaba el segundo fin de semana, durante nuestro voluntariado, para conocer la segunda ciudad mas importante de este país, (después de su capital Vientiane), Luang Prabang.

Once euros nos costaba el trayecto en furgoneta, saliendo a las 7 de la mañana, para llegar con algo de tiempo y poder ver algo ya de la ciudad el mismo viernes.
Pero en Asia, en general, (excluyendo a China por supuesto), las cosas funcionan de otra manera. Porque de salir a las 7, acabamos saliendo a las... 9,30!!. Y no, no os creáis que te dan explicaciones... En estas situaciones de repente, no saben hablar ingles.

Pero bueno, estamos de viaje y no vamos a estresarnos, hay que saber adaptarse a las situaciones...

255 km desde Vang Vieng hasta Luang Prabang en... claro, 7 horas... pero pasando por unos pueblos y unas carreteras de curvas con unas vistas espectaculares en medio de las frondosas montañas.
Recuerdo pueblos (mejor dicho, aldeas muy pobres), con autenticas casas de tablones de madera, con multitud de niños jugando con cualquier cosa. Incluso con una especie de monopatines hechos de madera. Con los animales correteando sueltos por todas partes.

Parada a medio camino del viaje. La especialidad, gusanos.

Llegamos al hostel que previamente habíamos reservado, a eso de las 4 pm.
Era una simple habitación con cama doble, nevera y tv, con baño dentro, pero tras 2 semanas en la granja, en una cabaña de tablones y con duchas frías, eso nos parecía un hotel de 5 estrellas.

Ese día no hicimos mas que dar una vuelta por el centro y disfrutar de una preciosa puesta de sol en "Phu Si Hill" (cerro ya mítico en la ciudad, aunque demasiado congestionado de gente para mi gusto). Y pasear por el bonito night market justo a los pies del cerro.

Viendo la puesta de sol.

En el cerro esperando la puesta de sol.

Al día siguiente, aprovechamos para dejar cerrado el billete de vuelta a Vang Vieng, y nuestro pasaje a Tailandia, (ya que no sabíamos cual seria la mejor ruta para entrar al país).
El resto de la mañana, lo dedicamos a ver los numerosos templos budistas y el museo nacional. Y por la tarde alquilamos unas bicis para poder ver los alrededores de la pequeña ciudad y acabar tomando una buena cerveza, viendo la puesta de sol justo al borde del rio Mekong, en uno de los garitos de locales que se encuentran en la ribera del río.
Y ya para rematar el día, nos fuimos a cenar a uno de los puestos de comida del night market, donde tienen buffet libre de comida tradicional, por 10.000 Kip (1€). Nos pusimos literalmente las botas. No es que fuera una delicatessen, pero para el precio que pagas, fue mas que suficiente.

Puestos de comida en el Night Market. 

Hay dos cosas que sin duda nadie se puede perder en su visita Luang Prabang.

La primera es presenciar el "Morning Alms". Un ritual religioso que llevan haciendo los monjes budistas durante mucho tiempo y donde se les puede ver por el pequeño centro de la ciudad en fila india, recogiendo las ofrendas que la gente les va dando.
Todo en absoluto silencio y... medio a oscuras, ya que empieza a las 5 de la mañana.

Nosotros lo pudimos presenciar esa misma mañana, y afortunadamente con muchos menos turistas por lo que parece, suele haber en otros meses del año... quizá por ser época monzonica.
En definitiva algo que, a mi parecer, uno no puede perderse.


Todos en fila en absoluto silencio.

Como el ritual no duró mas de una hora, decidimos volvernos al hostel para descansar un poco mas, antes de ir a conocer otro de los lugares famosos de Luang Prabang, Pak Ou, o la "Cueva de los 1000 Budas".

Decidimos alquilar una moto para poder llegar hasta donde se encuentra la cueva, a unos 25 km del centro, para después ir a otro de los lugares famosos de esta ciudad, justo en el otro extremo de la misma.
En esta ocasión, alquilamos un scooter Yiying, de 50cc. De aspecto retro y fabricación china... bastante mala por cierto; Suficiente para moverse por estos lares, aunque hubiera preferido otra de 100cc.

Invertimos prácticamente medio día en conocer toda esa zona, y ver tanto la cueva, como sus alrededores y volver a la ciudad.
Pero sinceramente, teniendo poco tiempo y sabiendo lo que nos esperaba a la tarde, no hubiera perdido toda esa mañana por allí.

No quiero decir que estuviera mal. El entorno es precioso, lleno de vegetación selvática, junto al río Mekong, pero hacía un calor bochornoso y nos costo mucho llegar hasta aquí, no solo por el estado de la carretera (la mitad del tiempo sobre pista de arena), sino, peor, por lo mal indicado que estaba, lo cual hizo que nos perdiéramos en varias ocasiones retrasandonos mucho mas de lo esperado.

Por supuesto se realizan tours hasta aquí para turistas, tanto por carretera como por barco subiendo el río Mekong, pero como siempre, intentamos huir en la medida de lo posible, de todos estos "tours turísticos" precocinados.

Esperando que nos vengan a recoger para cruzar al otro lado.

Por encima, nada mas llegar a la pequeña aldea nos hacen pagar el barco que se necesita para cruzar hasta la otra orilla donde se encuentra la cueva. 13.000 Kips y tras cruzar, otros 20.000 para entrar a la cueva.
Y todo para que? Para ver una cueva minúscula, con docenas de figuritas de Buda. Nada mas.

Había una cueva algo mas grande en la parte alta de la montaña, pero yendo sin una buena linterna no ves absolutamente nada.

Medio moscas, nos volvíamos a Luang Prabang para atravesarlo y tirar hacia las famosas cascadas de Kuang Xi, cuando justo se nos pone a llover. Hasta tal punto que tuvimos que parar a medio camino porque no podía conducir bien de esa manera. Ahí nos dábamos cuenta como se nos había pasado el día, y era el ultimo que teníamos para ver, lo que para mi, es la segunda cosa mas importante en una visita a esta ciudad.

Sin dejar de llover, aunque en mucha menos cantidad de lo que estaba cayendo, reanudamos la marcha, ya que no nos quedaba mucho tiempo sino para disfrutar de las cascadas.
La carretera no tenia nada que ver con la de esta mañana. Llena de curvitas, (lo cual se disfrutaba mucho con la moto), con vegetación por todos lados y apenas sin coches.

Por fin llegamos al lugar y pagamos la consecuente entrada. 20.000 kips, pero no tenia ABSOLUTAMENTE NADA QUE VER con lo que veíamos esa misma mañana al otro extremo de la ciudad.
Un lugar espectacular, que según íbamos descubriéndolo era aun mas y mas alucinante.
Lo primero que veías, tras pasar una especie de "santuario" de osos rescatados y puestos al cuidado de la organización que aquí se encuentra, (no acabamos de creernos mucho esto de los... santuarios...), era una piscina natural de aguas blanquecinas, (que de no llover se verían azul turquesa), con una pequeña cascada... y una pareja bañándose.
(Es de esos sitios que son tan bonitos que no imaginas que dejan bañarse a la gente).



La primera de las piscinas naturales.

Y así sucesivamente...

Seguimos el curso contrario del agua para ver las demás cascadas y así poder elegir dónde bañarnos; Y os puedo decir que iban de menos a mas! Y lo mejor de todo es que apenas había gente... o por lo menos no tanta como nos imaginábamos podía haber, con tanto turismo que tiene esta ciudad y la exuberante belleza de este entorno. De nuevo pienso, seria el hecho de ser época monzonica... Pues aleluya la época monzonica.


Tarzan tras tirarse de la liana.

Y seguimos subiendo...

Un bañito... y a comer!


Y, lo mejor de todo, todavía quedaba la "traca final".
En lo mas alto del curso del agua, allí se encontraba la cascada mas grande de todas. Aquí no esta permitido bañarse... supongo por la fuerza con la que cae el agua... y bueno... como manera de conservación pienso yo; Y no me extrañaría nada que de aquí a unos años, no dejaran bañarse en ninguna de las piscinas.. porque no se yo cuanto mas puede permanecer intacto y bonito, un lugar como este, con la cantidad de turistas que pueden venir cada año.


Sabri y yo en la cascada principal.

Ya de vuelta a la ciudad, volvíamos por la misma carretera, pero esta vez con sol. Y lo mejor de todo, con un montón de motos mas, de toda la gente que, como nosotros, elije esta opción para desplazarse por aquí.
En fila india, curva a curva y sin ir a mucha velocidad. Con el sol cayendo, y disfrutando de la carretera y las vistas que ofrece, con el río Mekong y la ciudad a lo lejos.
Sencillamente hermoso.

Pero no todo nos salio redondo. Y es que tras pegarnos otra abundante cena en uno de los puestos callejeros del night market, decidimos sacar dinero de uno de los cajeros cercanos... cuando se nos queda dentro la tarjeta.
Y como comprenderéis un Domingo, a media noche, aquí, no hay absolutamente nada que puedas hacer hasta la mañana siguiente que abren los bancos. Y eso significaba perder nuestra vuelta a Vang Vieng, y nuestra clase del Lunes en la escuela.
En definitiva acabamos teniendo que rehacer todos los planes que teníamos, perdiendo media mañana y pagando mas por los cambios del billete de vuelta, todo, por el puñetero cajero....

Pero como decía al principio... cuando se esta de viaje, pasan ciertas cosas que uno no puede controlar, y... o te adaptas... o estas jodido...


Fotos: Julen Esnal