domingo, 19 de enero de 2014

Vang Vieng y nuestro voluntariado (II)


La segunda semana empezamos aun con mas ganas si cabe, especialmente con las tareas del colegio. Empezábamos a conocernos entre todos (alumnos y profesores) y teníamos las clases bastante encauzadas.
Al irse Mike, el americano, nos repartimos sus clases entre Sabri y yo, por lo que teníamos dos clases cada uno de mayor y menor nivel. Y nuestro nuevo compi, Will, quedándose con la clase de los mas peques y echándonos una mano en alguna de nuestras clases.
Era un gusto dar clase a los mayores por el interés que prestaban.
Y lo mejor, que empezábamos a ver a los niños con mucho animo de aprender, mas que los primeros días, que finalizaba la hora de clase y nadie se levantaba de sus silla.
En esta segunda semana se me ocurrió prepararles un examen con la gramática que vimos la anterior semana.
No recordaba el efecto que producía en los alumnos la palabra "examen"!. De repente todos se callaron y empezaban realmente a preocuparse. Bueno, pues fue una de las maneras que mejor me funcionó para que aprendieran, porque por una parte veía realmente qué nivel tenia cada uno, y por otra lo corregiamos todos juntos al final y lo aprendían mucho mejor.

Dando clase a los pequenos.

Sabri con su clase de los de menor nivel. HTC camera.


Lo único menos bueno, era que las tormentas que de por si había todos los días, ahora nos estaban tocando justo al ir y volver de clase, y cuando ahí llueve, llueve a cantaros (especialmente en estos meses de monzón, Julio).
Era gracioso vernos llegar a la escuela tan calados. Todos nos reíamos viéndonos con esas pintas, como recién salidos de la piscina con ropa puesta.
Al final cuanto menos ropa tuvieras, mejor, ya que tardabas menos en secarte. Yo acababa dando las clases descalzo.
Pero aun así, seguíamos con ganas de ir, porque sabíamos que allí iban a estar los niños esperándonos. Hiciera el tiempo que hiciera.

Lo que fue duro fue empezar en la granja con las agujetas y el cansancio acumulado que teníamos tras el fin de semana. Pero seguíamos aprendiendo cosas. Entre otras cosas, sobre cómo se hace el compost, qué buen sistema tienen, y como ésto, sirve después como alimento para las gallinas, las cuales a su vez, nos están dando los huevos que recogemos todas las mañanas. Todo esta enlazado. Todo un circulo.
Además, aprendimos a cómo ordeñar a las cabras (algo que se le daba estupendamente a Sabri), a darlas de comer, (al igual que a los cerdos), hacer queso de cabra, etc etc.

Con Shai, preparando el queso de cabra.

Shai con los gusanos del compost.

Sabri ordenando a las cabras.

Una de las tantas cabritas.


En cuanto al resto... mucho relax. Eso es lo que se respiraba en la granja. No había prisa para nada. Es como si el tiempo se detuviera. Lo malo es que no era así....
La mayor parte del tiempo la pasábamos en la terraza / restaurante hablando con el resto de voluntarios, nuestros compis de granja, o los poco clientes que había, esperando, muchas de las veces, la esperadisima comida. (Os he dicho ya lo bueno que estaba aquí todo?) Todavía se me cae la baba al recordarlo...


Pollo satai, una de las especialidades. Foto:  Organic Farm.

Durante un tiempo fue como estar en familia, con la relación que íbamos teniendo con los compis y el servicio que trabajaba allí.

En el transcurso de una semana, habíamos pasado de ser unos completos inútiles en la granja, a hacer hasta de guías a los turistas que por allí pasaban a probar la comida y de paso se interesaban por nuestro voluntariado o lo que allí hacíamos.


Nuestros nuevos amigos, Marlisa y Alfred


Fotos: Julen Esnal
Foto de portada, parte de la granja organica.
Aqui os dejo los enlaces tanto de la granja, como de la organizacion EEFA.

Ir a Vang Vieng y nuestro voluntariado (I).
Ir a Vang Vieng y nuestro voluntariado (III).




jueves, 16 de enero de 2014

Fin de semana en Vang Vieng (Laos).


Llegado el Viernes y tras trabajar nuestras horas en la granja (lo cual se nos iba dando cada vez mejor y aprendiendo cada vez mas), decidimos ir hacia el pueblo de Vang Vieng para alquilar una moto y conocer mejor sus alrededores. (ya que los viernes no había clase en en la escuela).
Bajamos con Will, un simpático chico británico que llegó a mediados de semana, y que seria un buen remplazo de Mike, (quien nos dejaría tras 2 semanas de voluntariado).

Tal y como vimos el primer día al llegar al pueblo, vimos de nuevo la invasión yankee. Restaurantes estilo chill-out y grupos de jóvenes con camisetas (de BeerLao o Tubing), de tirantes y gafas Ray-Ban multicolores. Ese es el típico perfil que se ve por aquí.
Después de chequear unas cuantos locales de alquiler de motos, cogimos el mas barato y que tuviera las motos en mejor estado. De marca coreana, Kolao, de 100 cc.
Carnet? No saben lo que es eso, (ni quieren), así que no te lo piden. Si la sabes conducir, perfecto; Y sino, te enseñan en... menos de 30 segundos como hicieron con Will. (Hay que decir que eran semiautomáticas, así que no era muy complicado que se dijera).
Fuimos directamente en busca de la bonita cascada que decían, tiene el pueblo, y tras dar con ella, puedo decir que era preciosa. No solo por lo espectacular del entorno, sino además por encontrarnos prácticamente solos disfrutándola. El baño que nos dimos fue espectacular.


Will y Sabri con las motos al llegar a la cascada. 


Sabri y yo en la famosa cascada.

El día solo se podía completar con una bonita celebración en la misma granja, el cumpleaños de Keo. Si, la señora de recepción que tan raro nos miraba el primer día, y quien acabo siendo como una madre para los voluntarios.

Pai, Mike, Shai, Keo, Will y Sabri celebrando el cumple.

El fin de semana no había mas que empezado. El Sábado y el Domingo serian días de descanso. Y de paso para aprovechar a conocer mas, el precioso entorno de Vang Vieng.
Por ello decidimos contratar una excursión con kayaks para poder ver otras zonas, y de paso hacer algo de ejercicio.

Primero empezariamos con una breve caminata por amplios campos de arrozales, y verdes montañas, pasando por pequeñas villas de agricultores, hasta llegar a la famosa cueva "Than Nam". Una cueva que, para poder visitarla, se debe uno subir en unos neumáticos, ya que esta cubierta de agua.
Sujetándonos de una cuerda, y provistos de linternas en la cabeza, nos adentramos unos 500 metros, (con la cabeza casi pegada al techo en muchas ocasiones), hasta que nos dimos la vuelta, (porque la cueva continuaba...) siguiendo la corriente que nos devolvía a la salida.

Arrozales por los que ibamos pasando.

Entrada a la cueva, en fila y agarrados de la cuerda.

Tras curiosa experiencia y un "lunch" estilo barbacoa, nos llevaron a ver una cueva sagrada para los locales, donde se encuentra "la huella de Buda".
A partir de aquí, ya estábamos listos para emprender los 17 km de descenso en kayak hasta el mismo pueblo de Vang Vieng.
En principio no seria una travesía difícil mas que con algún que otro rápido... pero
acabo resultando algo mas complicado de lo esperado.

El primer percance lo tuvimos con un árbol caído en medio del río, que hizo que nos quedáramos de lado hasta terminar volcando.
No había apenas profundidad, pero nada mas volcar, nos miramos con cara de asombro sin poder hacer casi nada a causa de la fuerte corriente.
Yo acabo siendo arrastrado unos metros hacia abajo, sin poder ver a Sabri como estaba, hasta que unos guías la enganchan del salvavidas corriente abajo hasta ponerla a salvo.
Es frustante ver como quieres levantarte y la fuerza del agua no hace mas que impedir moverte, y las rocas del fondo no ayudan precisamente a ponertelo fácil.

Unos haciendo tubbing y otros en kayak.

Kilómetros mas abajo otro kayak viene hacia nosotros justo en uno de los rápidos, haciendo tambalear nuestra embarcación (que sin saberlo, se nos había llenado de agua tras nuestro primer vuelco), volvemos a perder el equilibrio y volcamos de nuevo. Esta vez era algo mas profundo por lo que tan solo con agarrarnos al kayak no hubo mas complicación.

Vang Vieng fue bastante conocido, no hace mucho tiempo, por la "fiesta del tubing", que consistía en bajar el río en neumáticos y enchuzarse lo máximo en cada bar que se encontraba a los lados del río, al ritmo de musica electrónica (y que por cierto eran unos cuantos).
Afortunadamente esa época se ha podido dar por terminada tras numerosas muertes por ahogo y relacionados, por lo que la zona vuelve a recuperar la tranquilidad que le merece con ese entorno.
Nosotros acabamos entrando en uno de esos "bares" para hacer un descanso, cuando quedaban unos 4 km para terminar el recorrido, pero sin musica electrónica ni alcohol de por medio.
La media hora que debimos estar, fue jugando al voley o tumbados en hamacas hasta que re-emprendimos ruta.
Tras 17 km y 2 vuelcos, llegamos a eso de las 4 bastante fundidos, con ganas de una buena ducha y una buena comida en nuestra querida granja, lejos del barullo y el bochorno y humedad de Vang Vieng.

El domingo lo dedicamos a recorrer los alrededores con otra moto que alquilamos por 4 € para todo el día, junto con nuestro compi Will.
Queríamos conocer la otra granja orgánica que dirige el "supervisor" de la nuestra, para ver como trabajan allí.

Locales bañandose en los alrededores de la otra granja.

Los increibles alrededores de Vang Vieng.

La granja esta a unos 7 km del centro hacia el "blue lagoon", lugar bien conocido por los backpackers porque es como un lugar un tanto paradisiaco... o eso es lo que parecía en las fotos.
Llegaríamos como hacia la hora de comer, por lo que aprovechamos para hacerlo.
Debo decir que aunque no pudimos verla del todo ya que era domingo y no había ningún voluntario, no estaba tan bien como la nuestra. Y mucho menos la comida.

Ahí nos volvimos a dar cuenta de la suerte que teníamos al estar en la nuestra, aun con la precariedad de voluntarios que existe en nuestra granja.

Aprovechamos, como no, a ver el famoso "blue lagoon" que se encontraba a pocos kilómetros de allí, pero de "blue" tenia bien poco. Había llovido mucho el día anterior, y eso era un río completamente marrón. Tenia columpios y unos "trampolines" naturales, por lo que es un buen atractivo para muchos turistas.
Y no nos queríamos ir de la zona, sin conocer otra famosa cueva, Than Phu Kham, donde se encuentra el "buda reclinado".
Para los que quieran acceder, aconsejo llevar un buen calzado y una linterna porque de lo contrario no lo vais a disfrutar.
Will iluminando y el Buda al fondo.

Volviendo a la granja alucinando con el entorno de Vang Vieng. Foto: Will Garret.


Fotos: Julen Esnal
Foto de portada: cascada de Vang Vieng.


lunes, 13 de enero de 2014

Vang Vieng y nuestro voluntariado (I)


Eran las 6,30 de la mañana del Lunes 1 de Julio de 2013, cuando ya estábamos preparados para ayudar en la granja.
Tímidamente nos acercamos al lugar donde se encontraban las cabras.
En la parte baja del establo de dos pisos, se encontraba lo que imaginábamos, era el compost.
Allí no había nadie... Nos movimos de un lado a otro... pero sin alejarnos demasiado, no fuera a ser que nos encontrásemos con una "bestia inesperada"... pero por allí seguía sin verse a nadie.
De repente nos apareció un chaval como de unos 14 años y le preguntamos qué podíamos hacer, pero el pobre chico lo único que nos devolvía era una tremenda sonrisa de oreja a oreja.
No tenia apenas nivel de ingles como para explicarnos qué podríamos hacer, pero entre su poco nivel de ingles y con gestos, pudimos entendernos.

La granja con la plantacion de Mulberry. Foto, organic farm.

La tarea de hoy para mi, limpiar el suelo de frutos que caían de los arboles. Y para Sabri, limpiar el suelo de hojas. Y así pasamos las horas...
Afortunadamente, en un momento dado, vimos a Mike, el americano, quien nos explicó como funcionaba todo en la granja y de paso nos presentó a "Shai", el chico con quien habíamos hablado antes; A "Pai” otro niño de 11 años, (ambos trabajan en los meses de verano en la granja para ganarse un dinero y poder ayudar a sus familias), y por ultimo a un hombre mas mayor quien hace las tareas duras... pero este ni papa de ingles, aunque con una sonrisa igual o mayor que la de Shai.

Pai y yo, cortando las hojas para las cabras.


Sabri con Pai y Shai.

Puedo decir que en general, estuvimos bastante perdidos en el tema granja durante toda la semana, aunque empezábamos a pillarle el tranquillo. Como siempre, hay que aplicar uno de mis refranes favoritos, "Donde fueres, haz lo que vieres".... y todo empezaba a fluir.
En cuanto a las clases... bueno, eso si que fue otra historia...

El tal Bob que se presento aquel Lunes a la mañana en la granja, delegó las funciones de organización de las clases a Mike. Y este nos comento cómo estaba el tema por allí. Él tenia dos clases, con 2 niveles diferentes, (de 14 a16; Y de 16 a 18 años), y nos aconsejo coger a los mas pequeños para ver cómo nos des envolviamos.
Mike nos adelanto que eran niños de entre 5 y 13 años, y la gran mayoría no tenían ningún nivel de ingles.
Estábamos impacientes y a la vez nerviosos imaginándonos cómo seria nuestro primer día como profesores...
Bueno, pues os puedo confesar que nuestro primer día fue un autentico desastre... !

La escuela se encuentra a unos 4 km de distancia hacia el Norte, desde la granja.
Fuimos hasta allí en bicis de paseo, medio destartaladas que nos prestaba la granja.
El paseo era genial, porque vas dejando el río y las montañas a la izquierda, (las cuales hacen un paisaje espectacular), y vas pasando por delante de algunas casas o comercios que íbamos viendo a nuestra derecha.

La escuela era lo mas básico que había visto nunca. Afuera, un descampado a la entrada, donde jugaban los niños. Y en cuanto a las aulas, cuatro clases con las paredes y el suelo que se caia a pedazos, con unas pizarras casi blancas de lo usadas que estaban. Los pupitres, como de la epoca de los 50 en Espana (de a dos y de madera), cada uno de un tamano distinto. Y los bancos respectivos que se rompian solo con mirarlos.
Los baños?... Todos los días teníamos un montón de niños que en medio de la clase, y con las manos puestas en plan rezo, nos pedían ir al baño... Un día decidí ver donde estaba el baño... pero allí no había nada mas que un descampado...

Asi es como van ellos a la escuela.

Aspecto de la escuela con las aulas al fondo.

Nos encontramos una clase con cerca de 40 niños con edades comprendidas entre los 5 y los 13, tal y como nos dijo Mike. Pero como os podéis imaginar, era una situación muy difícil de llevar. No podían estar todos juntos con edades tan diversas.
Tan solo fue una hora de clase, pero a nosotros nos parecieron como 3!.
La segunda hora la pasamos en la segunda clase de Mike, con la de los mayores, ayudando como profesores secundarios... menuda diferencia de clase...


Sabri y yo como estudiantes infiltrados en la clase de Mike.

Si queríamos hacer algo de provecho, debíamos hacer algo distinto con los niños... Y así lo hicimos el resto de las semanas. Sabri se quedaría con los mas pequeños (de 5 a 8) y yo con el resto (de 9 a 13).
Tras el reparto, eso ya parecía mas una clase... (bueno, excepto por la pobre Sabri que se las tenia que ingeniar cada día para hacer de madre y profesora a la vez).
Cada día por la mañana, después de nuestras horas de trabajo en la granja, nos metíamos en la oficina y nos estrujabamos los sesos con nuevos juegos y maneras de enseñar cada día algo nuevo, ya que por otra parte empezábamos a saber el nivel que rondaban. Hasta creamos un documento excell donde cada profesor, debería apuntar lo que enseñara, para que los siguientes, supieran donde nos habíamos quedado y no volverles a enseñar lo mismo.
A lo largo de la semana, la cosa empezaba a funcionar de verdad.

Tras las clases, la vuelta a la granja era de lo mas curioso, ya que a las 7,30 pm es de noche y esta completamente oscuro, y aquí no hay farolas en la carretera. Lo que hay son unas grandes zanjas a los lados con las que debíamos tener cuidado. Menos mal que llevábamos unas linternas y hacíamos el camino de la mejor manera.
Yendo en grupo, sin apenas gente por el camino, a oscuras y con el cielo repleto de estrellas, no nos creíamos donde estábamos.



Fotos, Julen Esnal.
Aqui os dejo los enlaces tanto de la granja, como de la organizacion EEFA.

Continua en Vang Vieng y nuestro voluntariado (II).


viernes, 3 de enero de 2014

De Phonm Pehn (Camboya) a Vientiane (Laos).



Mucha distancia es lo que separa una capital de otra.
Habíamos concretado un día exacto de llegada (el 1 de Julio), a la organización donde íbamos a prestar nuestro voluntariado en nuestras 3 siguientes semanas, por lo que tuvimos que coger un vuelo de bajo coste para poder llegar a tiempo.

Viajamos bien y rápido, pero seguimos prefiriendo el modo terrestre, porque aunque mas pesado en algunos momentos, primero, se contamina menos, y segundo, vas viendo los cambios de paisajes, especialmente cuando se pasa de un país a otro.

Y así fue, porque, aunque de una manera mucho mas rápida, nada mas salir del aeropuerto de Vientiane, vimos una capital, en principio, mucho mas limpia y ordenada que su vecina Phonm Pehn.

Esta vez no reservamos alojamiento, y fuimos un poco a la aventura. No encontramos hueco en el primer hostel donde fuimos, pero la zona en la que estábamos estaba llena de hostels y hoteles, por lo que encontramos alojamiento justo en el hostel de al lado. Básico como siempre, pero cerca del mercado nocturno y el río Meckong.
Lo malo fue, que con el chaparrón de agua que cayo, (típico monzón del momento), apenas pudimos salir del hostel hasta que empezó a escampar.
Aunque puedo decir que pocas veces he disfrutado tanto de que lloviera de tal manera, cuando por la tele del hostel, veo que acababa de empezar el Gran Premio de Assen del mundial de MotoGP. (29 de Junio). Solo había una manera de mejorar la situación; Abriendo una botella de Beer Lao de mas de medio litro que había en un frigorífico justo en frente de la tele... Y ya si Marquez no se hubiera dejado arrebatar la primera posición, por un inesperado Rossi al final de la carrera, ya hubiera sido la ....
... (Estos son los pequeños momentos que uno añora cuando se esta de viaje) ...

En cuanto terminó la carrera y dejo de llover, salimos a dar una vuelta, pero no se veía nada de ambiente, por lo que compramos algo para desayunar para el día siguiente y volvimos al hostel. Eso es principalmente lo único que vimos de Vientiane.
Al día siguiente reservamos con nuestro hostel, un bus que nos llevaría directamente a Vang Vieng, (el pueblo donde se encontraba la granja orgánica donde nos hospedariamos), a cuatro horas al norte de la capital.
Ahí es donde nos empezamos a dar cuenta de los bonitos paisajes de Laos y lo diferente en cuanto a basura con respecto a su vecina Camboya.


El pueblo de Vang Vieng.

Pero fue llegar al pequeño pueblo de Vang Vieng, y ver lo preparado que lo tienen para los jóvenes turistas.
Una calle principal, llena de hostels y restaurantes, con televisiones de plasma emitiendo series americanas, en una especie de terrazas para sentarse de rodillas rodeados de cojines... "Resultado: cultura americana 9 - cultura laosiana 1"... buen balance diría yo...
Un pequeño bajón nos dio al ver todo ese escenario en el pueblo donde pasaríamos el resto de nuestro voluntariado. Afortunadamente, nuestro alojamiento en la granja orgánica, se encontraba a otros 4 km al norte del pueblo.
Alrededores de la granja.

Según llegamos con el tuk tuk, nos dimos cuenta de la diferencia. Un lugar aislado, en un entorno precioso, pegado a un río, rodeado de puntiagudas montañas llenas de frondosa vegetación... y... nadie a quien dirigirnos... No se veía un alma. Estaba como vacío.
Nos acercamos a recepción donde de repente apareció una mujer a la que comentamos, veníamos por el tema del voluntariado.
La mujer frunció el ceño... Nosotros nos intercambiamos la mirada...
Comentamos el hecho de que habíamos contactado con una persona previamente por el tema del voluntariado y el hospedaje en la granja.
La mujer no levantaba la vista y rebuscaba entre un montón de hojas, por algún dato, supongo, que le facilitara la información que le dábamos.
Pero la mujer seguía con el ceño fruncido; como estresada.
Nosotros volvimos a mirarnos y ver que algo no andaba bien. Todo esto nos producía una sensación extraña.
_ ¿Hay algún problema con la reserva?, ¿No le han comentado nada?, preguntamos ya algo nerviosos.
Pensar en la posibilidad que nadie nos hubiera arreglado tanto nuestra estancia como nuestro tiempo de voluntariado en las siguientes 3 semanas nos produjo un pequeño escalofrío pensar en la posibilidad de tener que reorganizar nuestro ya apretado itinerario.

Finalmente la mujer nos pregunto, qué tipo de alojamiento queríamos para zanjar el tema.
_Nos puedes enseñar lo que tienes?, comentamos ya molestos.
Todo estaba yendo muy raro y empezábamos a tener una sensación de malestar pensando cómo serian el resto de los días.

Tras pasar el muerto a otra chiquita que se encontraba en la cocina, fuimos a conocer las diferentes habitaciones (cabañas) que tenia repartidas y salteadas por toda la granja.
Cabañas básicas, hechas de madera, un tanto dejadas y... seguíamos sin ver a nadie al rededor...
_ "Donde nos hemos metido, pensábamos cada uno interiormente..."

Elegimos finalmente una cabaña sustentada sobre unos troncos de madera, a unos 3 metros sobre un pequeño riachuelo que cruzaba la granja.
Entre las ranuras de los tablones que teníamos bajo nuestros pies dentro de la habitación, se podía ver el suelo a unos 3 metros de distancia.

Nuestra cabana vista desde fuera, con el rio al fondo.

Vistas desde la habitacion.

Una cama de matrimonio con una enorme mosquitera algo deteriorada, una pequeña mesa frente a una de las paredes de madera y una bombilla encima (sin mampara) que apenas iluminaba. Pero sobretodo lo elegimos porque tenia baño dentro de la habitación (que por cierto, compartía techo con la cabaña adosada) y no teníamos que salir de la habitación para ir al baño a otra cabaña, como pasaba en otras cabañas. Eso si, ducha de agua fría nada mas.
Ahora era cuestión de negociar el precio con la mujer de recepción, ya que estaríamos una temporadita instalados.
Afortunadamente acepto por el hecho de que íbamos a estar allí como voluntarios.

A partir de aquí, la cosa empezó a cambiar algo.
La mujer de recepción, Keo, se relajó, y llamó a la persona responsable que llevaba el tema de la escuela donde enseñaríamos ingles. (Osea que no tienen nada que ver uno con otro?, pensamos...).
Estaba todo como muy desorganizado y desatendido, esa fue la sensación que nos daba.

Quedamos con el responsable del voluntariado a la mañana siguiente para que nos explicara todo.
Mientras tanto Keo, nos comento la posibilidad de ayudar en la granja por las mañanas, unas 3 horas aprox. desde las 6,30...
_ Sí, porque no? Nos dijimos... Hemos venido a aprender no?
Así que decidimos recorrer la granja para hacernos una idea de como era todo.... aunque como nadie de la granja vino acompañarnos, apenas vimos lo que tenían.

Tras una tarde de acoplamiento en nuestra cabaña y al nuevo entorno, lo mejor de todo estaba a punto de llegar cuando decidimos sentarnos a cenar.
La amiga que nos recomendó la granja, ya me hablo de la estupenda comida que aquí tendríamos, pero creo que ninguno de los dos nos imaginábamos algo como aquello. Cada día que probaba un plato nuevo, estaba aun mejor que el día anterior.
Todo fresco, la mayoría de los productos recogidos en la propia granja. Algunos de ellos, como los aguacates, en el mismo día.
Todavía se me cae la baba al pensar en todos los platos que probé...
Tras la cena fue cuando apareció Mike. Un americano delgadito, con gafas y una considerable barba.
Fue Keo quien nos presentó, y quien le puso en antecedentes a Mike, diciéndole que veníamos por lo del voluntariado.
_ Sabri y yo nos volvimos a mirar extrañados, tras ver la cara de sorpresa del americano.

Fue entonces, cuando nos quedamos a solas con él, cuando me aventuré a preguntarle si de verdad no le habían comentado nada sobre nuestra llegada.
No solo eso, sino que según íbamos hablando, era él,quien nos fue poniendo en antecedentes con todo.
Al parecer, hasta hacia relativamente poco tiempo, había una persona trabajando en la oficina de administración de la granja, quien se ocupaba del tema del voluntariado, (la persona con quien habíamos contactado por e-mail en varias ocasiones), pero como de repente, esta persona... dejo de venir... nunca lo supimos con claridad.
En su momento, el dueño o fundador de la fundación, (un belga), se asocio con el dueño de la granja, pero por algún motivo, la cosa dejo de funcionar y ... digamos, quedaron muchas cosas pendientes en el aire...
Al final, los peor parados, los niños que no tienen nada que ver.

Mike nos comento, que desde su llegada, (hacia menos de una semana), fue él mismo quien se tuvo que buscar todo, ya que no había nadie expresamente encargado en el tema de la fundación. Bueno si, un tal Bob, al que conoceríamos al día siguiente (dueño de otra granja orgánica) y quien nos daría, muy por encima, unos cuantos consejos y breves directrices para poder empezar con el voluntariado.
Tal y como veíamos, íbamos a tener manga ancha para poder hacer lo que mejor creyéramos conveniente, ya que nadie estaba siguiendo una clara directriz.

Por un lado, habría que averiguar el nivel que tenían los niños, ya que al no haber ningún registro de lo que se estaba haciendo, deberíamos ser nosotros quienes "continuáramos" con su nivel. Pero por otro lado, tendríamos la libertad de poder llevar la clase a nuestra manera...

Con tan solo unos días como voluntario, Mike se había convertido en el mas "veterano" en el tema del voluntariado, así como la persona que "pondría un poco de orden" en este sentido.
Fue allí cuando nos comento que hasta el momento, era él el único voluntario, quedando un montón de niños sin clase. Deberíamos coordinar con él, cómo hacer el resto de semanas que estaríamos nosotros como voluntarios.
... Duro trabajo nos quedaría...

Pero como nos decía nuestro nuevo compañero, él venia a dar lo mejor de sí, y se olvidaría de todo lo que estaba ocurriendo al rededor ... Y tenia razón; Respiramos profundamente y así haríamos nosotros también.

Estábamos "listos" para afrontar lo que se nos avecinara al día siguiente.

Sabri en la puerta de la Organic Farm.

Fotos: Julen Esnal

miércoles, 1 de enero de 2014

Curiosidades de Camboya y los camboyanos.


- Es el único país en el mundo que muestra un edificio en su bandera. Es el principal templo de Angkor Wat, recordando que es la estructura religiosa mas larga del mundo y el símbolo con más fuerza de todo su patrimonio.

- Nombre oficial del país en el lenguaje khemer: Kampuchea

- Cuenta con unos 14 millones de habitantes siendo su capital, Phnom Penh, la mas poblada con mas de 2 millones de habitantes.
Por regla general, son gente muy humilde y risueña.

- Moneda: Cambodian Riel... y dolar americano. 1 USD = 4062 KHR
El cajero te da dolares, pero si vas a comprar algo, el cambio de menos de un dolar, te lo dan en la moneda local. (!?).
Al principio un autentico lío como os podéis imaginar...

- Lengua oficial el camboyano o khemer. Se suele hablar algo de inglés, y francés en algunos casos.
Palabras aprendidas:
Sua s'dai - Hola
Aw kohn - gracias

- Religión: Mayoritariamente una rama concreta de budismo, en ingles, theravada buddhism.
En menor medida, Islamismo y catolicismo.

Budistas caminando por la ciudad.

 - Visado, 20 dolares por 30 días.

- De 1975 a 1979 estuvieron gobernados por Pol Pot, líder de los Jemeres rojos, quien con su régimen extremadamente duro, extermino a 2 millones de camboyanos.
Apenas se ve gente mayor, porque fue torturada y aniquilada durante la época de gobierno de Pol Pot.

- El sueldo medio puede llegar a 100 o 200 dolares mensuales.

- Venden gasolina en botellas de alcohol en la calle. Son gasolineras improvisadas especialmente para las motos. Obviamente es de peor calidad.

Improvisada gasolinera con botellas.
 

- Si pensábamos que lo habíamos visto todo en cuanto al material a transportar en moto en Asia, con Camboya fue el culmen.
Como siempre, una imagen vale mas que mil palabras.

Esto es solo el comienzo...

La nitro para ir a mas velocidad... ?

Cualquier herramienta es buena... Y van 3 tios!

Desafiando las leyes del equilibrio.

Venga hombre!... Esto tambien?


- Un pequeño reportaje sobre la dictadura camboyana:
http://www.youtube.com/watch?v=fCtgqq15iKQ

- Un poco de música camboyana:
http://www.youtube.com/watch?v=hXDG9R-K0ww

- Peliculas recomendadas:

     S-21: La maquina de matar de los jemeres rojos.
     Los gritos del silencio. The killing fields. (1984).



Fotos: Julen Esnal
Video musica, fuente: YouTube